Por Joan Comas
Bien es conocido que no siempre los planes suelen resultar tal y como uno los ha esbozado, pues siempre existe algún tipo de elemento que pone en riesgo la operación y es precisamente en estos momentos cuando la pericia de un comandante junto a la destreza de sus subalternos juega un papel fundamental para conseguir el éxito.
La batalla de Camperdown es un buen ejemplo de este tipo de situaciones, donde dos almirantes libraron una batalla naval muy distinta a la que habían podido llegar a imaginar y cuyo resultado pudo haber influido en el desarrollo de las guerras napoleónicas. Además de considerarse el precursor de la estrategia que utilizaría lord Nelson en Trafalgar.
Índice
Contexto histórico
Entre 1794 y 1796 los mares del norte de Europa eran un verdadero campo de batalla y para Francia solo habían sido malas noticias. Aunque el famoso cargamento de trigo de Van Stabel había llegado a puerto, en el Primer Glorioso de Junio el almirante Howe los había vapuleado y en las operaciones posteriores, solo había conseguido recibir más daños.
Para intentar debilitar al enemigo en 1796 el gobierno galo puso Irlanda en su punto de mira. Era conocida la animadversión de los irlandeses por el gobierno británico, pues eran tratados como una mera colonia donde cada vez crecía más el sentimiento de independencia.
Por lo tanto, la idea de hacer estallar una rebelión y que dicha insurrección podía ser apoyada por Francia podía resultar factible y dejaría a Gran Bretaña entre las cuerdas ya que los galos tendrían a un aliado a tiro de piedra.
Lamentablemente para las aspiraciones de libertad de los irlandeses, la expedición fue un desastre. Si bien pudieron esquivar la flota británica, una tormenta hizo el trabajo en su lugar.
Aunque victoriosos, los británicos tampoco estaban mejor. Las duras condiciones de la vida en un buque de guerra y los bajos salarios habían hecho mella en la paciencia de los marineros, quienes protagonizaron los motines de Spithead y Nore.
Ante este estancamiento, surgió un elemento que podría decantar la balanza a favor de los galos, Holanda. Desde hacía dos años Francia había invadido dicha nación e instalado un gobierno favorable a sus intereses. Pero lo más importante era que habían conseguido hacerse con la flota de guerra holandesa; lo que suponía una bendición para la armada francesa ya que si ambas escuadras se juntaban se crearía una fuerza lo suficientemente fuerte como para infligir grandes daños a los británicos.
Para evitar tal situación los británicos reunieron un grupo de buques y los destinados en el Mar del Norte, creando una nueva flota bajo el mando del almirante Duncan. Su misión era partir hacia Texel (en Holanda) y bloquear la costa para que el enemigo no se hiciese a la mar. Empezaba pues una de las más curiosas campañas navales dirigida por dos grandes almirantes.
Comandantes
Ambos almirantes eran en efecto hombres capaces y curtidos por las continuas luchas en las que se vieron envueltos a lo largo de sus respectivas carreras militares.
Vicealmirante Jan Willem de Winter
Comandando la flota holandesa estaba el vicealmirante Jan Willem de Winter. Nacido el 23 de marzo de 1761 en Kampen. Se alistó en la armada, combatiendo bajo el mando de Johan Zoutman en la batalla de Dogger Bank de 1781, distinguido por su valor fue nombrado teniente en 1787. De ideología liberal, se podría decir que detestaba tanto el gobierno cada vez más tiránico de Estatúder como los británicos; por lo tanto no es de extrañar que con la llegada del ejército prusiano para apoyar a los conservadores, él decidiera huir a la Francia revolucionaria donde ofreció sus servicios.
Integrado en la legión bátava, ascendió hasta ser nombrado general de brigada. Participó en la invasión francesa de su nación; siendo su hecho de armas más destacado la captura de la flota holandesa mientras esta estaba varada por el hielo.
Tras la capitulación las provincias unidas de los países bajos se transformaron en la recién proclamada república Bátava. Era una “republica hermana” de Francia, pero en la práctica no dejaba de ser lo que se suele denominar un estado cliente o satélite, que a su vez estuvo lleno de inestabilidad política entre continuos golpes de estado. De Winter fue nombrado vicealmirante al mando de toda la flota holandesa en 1796.
Vicealmirante Adam Duncan
En el bando opuesto se hallaba Adam Duncan, almirante de la azul y comandante de la recién formada flota del Mar del Norte. Nacido el 1 de julio de 1731, era un hombre alto y fuerte, que durante su juventud había navegado junto a Hawke; combatiendo en la batalla de Quiberon y en distintas acciones con el almirante Keppel. También se distinguió durante la batalla del cabo de San Vicente de 1780 cuando Rodney derrotó a Don Juan de Lángara. Era en efecto el clásico marino inglés.
Durante el inicio de los motines actuó de forma espectacular, aunque inicialmente amenazó con ejecutar con su propio sable al cabecilla; tras ser calmado por sus oficiales ordenó formar su tripulación y les preguntó en un tono feroz qué estaban haciendo. Tal fue el efecto que todos los marinos regresaron en silencio a sus cuartos excepto cinco hombres; a los que amonestó en el alcázar antes de emitir un perdón general. La semana siguiente volvió a reunir a sus marinos y les preguntó si obedecerían sus órdenes, la tripulación por medio de un portavoz presentó sus disculpas al almirante.
En otra ocasión otro buque de su flota, el HMS Adamant, se repetía una situación similar y Duncan decidió actuar rápidamente; y al igual que pasó en su buque insignia, la insurrección fue controlada. Pero pese a sus éxitos iniciales el motín continuó, bloqueando el estuario del Támesis.
El gran truco de Duncan
Con la rebelión todavía en desarrollo, Duncan había visto como de su flota únicamente conservaba su buque insignia, el HMS Venerable navío de línea de tercera clase perteneciente a la clase Culloden y de porte de 74 piezas; el navío de cuarta clase HMS Adamant armado con 50 cañones y la fragata de sexta clase HMS Circe, de la clase Enterprise y artillada con 28 piezas.
Realmente estaba estupefacto y de propina llegó el rumor que la flota del vicealmirante holandés se haría pronto a la mar. En clara inferioridad numérica, se presentó en las costas de Texel y montó guardia durante tres días.
Aun contando con vientos favorables, Duncan sabía que podría ser barrido en cualquier momento tan pronto los vientos cambiasen para los bátavos y que su derrota supondría dejar Gran Bretaña en un grave peligro. Por este motivo ordenó a la fragata Circe, que estuviera emitiendo una gran cantidad de mensajes sin ningún tipo de sentido mediante banderas de señales; no importaba el texto, la idea era hacer creer que se estaban dando muchas órdenes a un gran número de naves. También, intentó disfrazar sus buques para dar la impresión que eran barcos distintos los que patrullaban.
El truco resultó, ya que de Winter creyó que tras el horizonte se encontraba una fuerza enemiga mucho más numerosa. Entre tanto llegaron los navíos Russell (74) y Sans Pareil (80) este último de origen francés había sido capturado en el Primer Glorioso de Junio.
En el cuarto día, pese a los refuerzos la situación era igual de peligrosa, pues ahora los vientos eran propicios para los holandeses. Duncan ordenó que sus cinco barcos se situaran en línea en el estuario de Marsdiep y que combatieran hasta que se hundieran; de este modo también bloquearían esta zona. Pero para alegría del almirante británico, esta lucha jamás se produjo ya que de Winter todavía creía que había una gran flota británica y además las tropas que debían embarcar aún no estaban listas.
Posteriormente el 10 de junio llegaron seis navíos más de refuerzo y también pronto llegaría una flota rusa que debía apoyar un desembarco anglo-ruso que permitiese invadir Holanda. Mientras el gobierno inglés consiguió acabar con el motín.
Los bátavos se hacen a la mar
Por su parte, obligado a esperar la voluntad de Eolo, el vicealmirante de Winter tenía órdenes de dirigirse a Brest y uniese a la flota francesa para proseguir con la invasión de Irlanda. No obstante, de Winter se manifestó en contra del plan, pues lo veía poco viable, en especial tras el primer revés de los galos y creía imposible evadir la Royal Navy pues tenían una flota para proteger el canal de la Mancha.
También estaba preocupado por su dotación, menos entrenadas que sus homólogos británicos en la artillería y menos fiables en cuanto a la lealtad. Bastantes de los marinos habían sido reclutados a regañadientes y la mayoría de la flota era conservadora y partidaria del depuesto Estatúder; viendo a los franceses como invasores en vez de libertadores.
Sin contar que debería combatir contra la flota de Duncan, la cual merodeaba cerca y desconocía su verdadero tamaño. No obstante, el gobierno bátavo le ordenó partir mientras le recordaba “cuantas veces los almirantes holandeses han mantenido el honor del pabellón nacional incluso cuando sus fuerzas eran inferiores a las del enemigo”. En pocas palabras, debía hacerse a la mar sí o sí para no quedar desacreditados y una gran victoria frente a Gran Bretaña, uno de los históricos archienemigos de Holanda, probablemente aumentaría el apoyo popular al nuevo régimen. Tal actitud como es de esperar tuvo sus consecuencias.
Orden de batalla
Escuadra británica
- TRIUMPH: 74 cañones, 6 carronadas, 640 hombres. CN. William H. Essington.
- VENERABLE (Insignia Bandera Azul): 74 cañones, 6 carronadas, 593 hombres. Vicealmirante Adam Duncan. CN. William George Fairfax.
- ARDENT: 64 cañones, 5 carronadas, 492 hombres. CN. Richard Rundell Burge.
- BEDFORD: 74 cañones, 6 carronadas, 590 hombres. CN. Sir Thomas Byard.
- LANCASTER: 64 cañones, 5 carronadas, 492 hombres. CN. John Wells.
- BELLIQUEUX: 64 cañones, 5 carronadas, 492 hombres. CN. John Inglis.
- ADAMANT: 50 cañones, 4 carronadas, 345 hombres. CN. William Hotham.
- ISIS: 50 cañones, 4 carronadas, 345 hombres. CN. William Mitchell.
- CIRCE (fragata): 28 cañones, 170 hombres. CF. Peter Halkett.
- RUSSELL: 74 cañones, 6 carronadas, 590 hombres. CN. Henry Trollope.
- DIRECTOR: 64 cañones, 5 carronadas, 491 hombres. CN. William Bligh.
- MONTAGU: 74 cañones, 6 carronadas, 590 hombres. CN. John Knight.
- VETERAN: 64 cañones, 5 carronadas, 491 hombres. CN. George Gregory.
- MONARCH (Insignia Bandera Roja): 74 cañones, 6 carronadas, 599 hombres. Vicealmirante Richard Oslow. CN. Edward O`Brien.
- POWERFULL: 74 cañones, 6 carronadas, 590 hombres. CN. William O`Brien Drury.
- MONMOUTH: 64 cañones, 5 carronadas, 491 hombres. CN. James Walker.
- AGINCOURT: 64 cañones, 5 carronadas, 492 hombres. CN. John Williamson.
- BEAULIEU (fragata): 40 cañones, 280 hombres. CF. Francis Fayerman.
Además, la escuadra británica constaba de los siguientes buques de menor porte:
- Chalupa MARTIN: 16 cañones, 125 hombres. C.Corbeta Charles Paget.
- Lugre SPECULATOR: 8 cañones, 65 hombres. TN. H. Hales.
Cutters:
- ROSE: 12 cañones, 80 hombres. TN. Joseph Brodie.
- KING GEORGE: 12 cañones, 100 hombres. TN. James Rains.
- ACTIVE: 12 cañones, 50 hombres. TN. James Hamilton.
- DILIGENT: 6 cañones, 50 hombres. TN. T. Dawson.
- VESTAL: 6 cañones, 50 hombres. TN. Chas White.
Escuadra holandesa
- VRIJHEID (Insignia): 74 cañones, 550 hombres. Vicealmirante J.W.de Winter. CN. L.W.van Rossum.
- JUPITER (Insignia): 74 cañones, 550 hombres. Vicealmirante H.Reyntjes y Contralmirante F.A.Meurer. CN: K.L.J.Van Nes.
- BRUTUS (Insignia): 74 cañones, 550 hombres. Contralmirante J.A.Bloys van Treslong. CN. J.M.Polders.
- STAATEN (Insignia): 74 cañones, 550 hombres. Contralmirante S.Story.
- CERBERUS: 68 cañones, 475 hombres. CN. H.Jacobson.
- ADM.TJ. HIDDES DE VRIES: 68 cañones, 475 hombres. CN. J.B.Zegers.
- GELYKHEID: 68 cañones, 475 hombres. CN. H.A.Ruysh.
- HAERLEM: 68 cañones, 475 hombres. CN. O.Wiggers.
- HERCULES: 68 cañones, 475 hombres. CN. G.J.Van Rysoort.
- LEYDEN: 68 cañones, 475 hombres. CN. J.D.Musquetier.
- WASSEANER: 68 cañones, 450 hombres. CN. A.Holland.
- AALKMAR: 56 cañones, 350 hombres. CN. J.W.Kraft.
- BATAVIER: 56 cañones, 350 hombres. CN. J.J.Souter.
- BESCHERMER: 56 cañones, 350 hombres. CN. D.E.Hinxt.
- DELF: 60 cañones, 375 hombres. CN. G.Verdooren.
Fragatas:
- MARS: 44 cañones, 300 hombres. CN. D.H.Kolff.
- MONNICKENDAM: 44 cañones, 300 hombres. CN. T.Lancaster.
- FURIE: 36 cañones, 270 hombres. CN. Buschman.
- EMBUSCADE: 36 cañones, 270 hombres. CP. J.Huis
- HELDIN: 32 cañones, 230 hombres. CP. J.F.du Menil de L’Estrille.
Corbetas:
- MINERVA: 26 cañones, 150 hombres. CN. H.J.F. Eylbrecht.
- WAAKZAAMHEID: 26 cañones, 150 hombres. C.Corbeta Van Nierop.
Bric-corbetas:
- AJAX: 18 cañones, 98 hombres. C.Corbeta J.Arkenbout.
- ATLANTA: 18 cañones, 98 hombres. C.Corbeta B.Pels.
- DAPHNE : 18 cañones, 100 hombres. C.Corbeta L.Frederiks.
- GALATHÉ: 18 cañones, 98 hombres. C.Corbeta J.J.Rivery.
Yates de recado:
- HAASJE: 6 cañones, 35 hombres. TN. L.Hartensveld
- COURIER: 6 cañones, 35 hombres. TN. I.J.Sbrand.
- DE VLIEG: 6 cañones, 35 hombres. TN. W.Van der Geer.
CN: Capitan de navío.
CF: Capitán de fragata.
TN: Teniente de navío.
Estrategias y tácticas
Para la batalla que pronto se libraría, Duncan había pensado emular al almirante Howe e intentaría realizar la misma acción que el Lord había realizado en la batalla del Primer Glorioso de junio; es decir situarse en paralelo y luego ordenar que cada buque rompiese la línea de batalla enemiga por un sitio distinto, terminando en una lucha de acciones individuales entre los navíos.
Respecto a su predecesor, Duncan contaba con la ventaja de tratarse de una táctica naval más conocida y aceptada por sus capitanes, los cuales sabían que era exitosa.
Por su parte, de Winter decidió que aquella ocasión la prudencia sería la mejor estrategia. Todavía no conocía el tamaño de la fuerza a la que se enfrontaba y dada a las escasa preparación de sus marinos, no podía permitirse hacer maniobras marineras demasiado elaboradas.
Además, con su experiencia contra los británicos, decidió que para repeler su ataque lo mejor era formar sus buques en una sólida línea de batalla para maximizar su potencia de fuego.
La batalla de Camperdown
Ambas flotas levaron anclas y tardaron unas horas en divisarse. Fue gracias al capitán de la fragata Circe que gracias al haber estado vigilando desde en el palo mayor, el enemigo pudo ser divisado.
Estaban cerca de la costa de Holanda septentrional, conocida por sus corrientes frías y fuertes vientos; aunque no impidió que los civiles que vivían en la zona colindante se congregaran para ver la batalla. Los luchadores estaban en posición y el público también; el duelo podía empezar.
A la 9 en punto de la mañana del 11 de octubre de 1797, Duncan movió la primera ficha al ordenar que la flota formara en línea e intentase acercarse a los bátavos para lanzar el ataque planeado.
Por la forma de moverse, de Winter se percató de las intenciones de Duncan, por lo que ordenó dirigirse manteniendo la formación hacia aguas menos profundas; de esta forma los británicos quedarían concentrados en un punto y mientras intentasen reorganizarse, podría obtener ventaja. Además cabía la posibilidad de que alguno de los perseguidores quedase varado.
Duncan observó los movimientos holandeses y tuvo que corregir la ruta en más de una ocasión. Después ordenó disparar un cañón para indicar a sus capitanes que el momento había llegado, era las 11 en punto.
Preocupado por que los bátavos le dieran esquinazo, ordenó mediante señales anular el ataque y en vez de atacar en individual, la flota formaría en dos columnas contra la formación enemiga: una a barlovento comandada por Duncan y otra a sotavento bajo Onslow.
La idea era buena, pero de repente algunos buques del escuadrón de sotavento enviaron señales de que no entendían el mensaje. ¿Qué estaba pasando? La respuesta, es que si bien esta táctica ya estaba en los códigos de señales, la flota de Duncan se componía de buques que estaban en otras flotas y no todos tenían el libro actualizado.
Esto se debió en parte por las prisas en formar una fuerza naval y con los motines, nadie se percató. Aquí es donde queda patente lo importantes que son las comunicaciones para una escuadra, pues la operación podría haber terminado en un gran desastre.
Pero para suerte para Duncan, sus capitanes tras la batalla del primer Glorioso de Junio habían aprendido la lección y ante la duda lo mejor era seguir con el ataque.
Duncan sólo pudo ver impotente con su catalejo como sus buques continuaban acercándose al enemigo, eso sí apiñados y desordenados; por lo que tuvo que poner orden mientras decía:
Estoy decidido en luchar por tierra si no puedo hacerlo en el mar.
Mientras de Winter quedaba confundido por las maniobras británicas, se percató que a causa de la inexperiencia de sus marinos, se habían abierto brechas en su formación. Sabiendo que esto suponía un riesgo terrible, ordenó a sus fragatas y buques menores (los cuales estaban mejor armados que las fragatas británicas) que formaran una segunda línea de batalla para cubrir los espacios; eran la 12:05.
Finalmente llegó el momento decisivo, ambas flotas terminaron el acercamiento y empezó el combate como tal: costado contra costado, abordajes y fuego de fusilería. En este punto, es interesante comentar que los holandeses combatían igual que los ingleses; es decir, en lugar de apuntar a las velas y mástiles (como los franceses) preferían disparar directamente a los cascos de los buques enemigos; por lo que los británicos siempre consideraron esta batalla como un duelo ante un rival igual.
En medio de la refriega, un proyectil impactó en el palo mayor del navío insignia, rompiendo su parte superior; pero lo peor es que cayó el estandarte del almirante. Como ya hemos visto en otros combates, la bandera de la insignia que identifica al almirante es un elemento de gran importancia y su arriamiento podría ser interpretado como un signo de capitulación.
Pero antes de que el caos se pudiera propagar por las fila británicas, un marinero llamado Jack Crawford tomó la bandera y trepando en medio de una lluvia incesante de balas y astillas, consiguió colocarla de nuevo en su sitio; salvando a la flota de volver a caer en el caos.
Otras personalidades también tuvieron su destacado papel, comandando el HMS Director estaba el capitán William Bligh famoso por el motín de la Bounty. Aunque la historia fue injusta con él, en combate luchó bien y aunque su buque sufrió daños en los mástiles, su buque sólo tuvo siete heridos.
Menos afortunado fue el comandante del HMS Agincourt, John Williamson, quien sobrepasado por la dimensión de la batalla le falló el valor y su participación fue para nada destacable. De hecho, el almirantazgo no le volvería a confiar otro mando.
Para los holandeses el combate tampoco fue fácil. El ataque de Onslow había destruído su retaguardia y en la vanguardia el contralmirante Samuel Story ofreció una dura lucha a Duncan, hasta que su buque fue incendiado y tuvo que apartarse de la lucha para tratar de extinguir el fuego. En parte esta acción facilitó que los ingleses pudieran acceder al buque insignia.
Poco a poco de Winter y los buques del centro entraron en acción. Fue el lugar donde más duramente se combatió para repeler a los británicos y donde más bajas hubo.
Cuenta la historia que la esposa de uno de los carpinteros del buque insignia, había embarcado y para ayudar pidió un arma y estuvo luchando como un marino más hasta que el impacto de un proyectil la dejó sin piernas.
Viendo tal destrucción el contralmirante Johan Arnold Bloys van Treslong reorganizó lo que quedaba de retaguardia e intentó socorrer a de Winter en su buque insignia. Lamentablemente todos los intentos fueron frustrados a causa del cambio del viento, habían quedado en sotavento y en medio de los ataque británicos y la costa, era imposible maniobrar eficazmente de bolina.
Entonces le tocó tomar una de las decisiones más difíciles para un oficial naval. Si el combate está sentenciado y no se puede salvar al almirante… ¿Qué hay que hacer? ¿Esperar que el enemigo te capture o destruya? ¿O mejor tratar de salvar a cuantos buques y marineros pudiese? Con dificultad van Bloys Treslong decidió retirarse.
Por su parte el contralmirante Samuel Story, no solo había salvado a su buque, sino que embarcó en una fragata para seguir el combate. Viendo el desarrollo de los acontecimientos también decidió evacuar los buques menores.
Su marcha precedió la manobra de Onslow, quien tras el éxito en la retaguardia ordenó que los buque menos dañados apoyaran el ataque al centro. La batalla estaba decidida y el golpe final vino de mano del capitán William Bligh, quien le propino una andanada a la popa del buque insignia.
De Winter viendo que no tenía escapatoria, ni vendrían refuerzos, con su buque totalmente desmantelado y con un total de 156 bajas entre heridos y muertos (sólo en su nave) decidió arriar el pabellón de combate y rendirse.
De Winter fue traído ante Duncan. Aquel, en señal de rendición quiso entregarle su sable; pero para sorpresa de todos los presentes incluido el mismo almirante holandés, Duncan en un acto de respeto al enemigo vencido se negó a tomarlo mientras decía:
Preferiría estrechar la mano de un hombre valiente en vez tomar su espada.
El almirante holandés fue tratado con respeto, es más Duncan le permitió redactar y enviar su informe del combate al gobierno Bátavo y luego le invitó a cenar en su camarote. Se sabe que tras la velada los comensales disfrutaron de una agradable partida de whist, la cual irónicamente las cartas favorecieron a Duncan y de Winter no pudo sino expresar a su anfitrión lo atónito que estaba por haber sido derrotado dos veces el mismo día por el mismo hombre.
El balance final se saldó 203 fallecidos y 622 heridos en las filas británicas; mientras que los holandeses sufrieron 540 muertos, 620 heridos y 11 buques capturados.
Recepción
En Gran Bretaña la batalla fue enormemente celebrada, desde su punto de vista era la prueba patente de que pese a los motines, el espíritu y el poder de la armada seguían intactos; más había un nuevo éxito digno de brillar al lado de las grandes batallas de la Royal Navy.
Desde el punto de vista bátavo fue una desastrosa derrota. En el consejo de guerra resultante, excluía al vicealmirante de Winter quien quedó rodeado por una especie de aureola de héroe y evidentemente al gobierno bátavo se consideró cien por cien libre de cualquier tipo de responsabilidad. Pero se había sufrido una gran derrota y a ojos de los políticos alguien tenía que cargar con la culpa.
El elegido fue el contralmirante Johan Arnold Bloys van Treslong, pues al ser aristócrata era el chivo expiatorio perfecto para el gobierno revolucionario. Acusado injustamente de haber navegado mal y de no socorrer al buque insignia, se vio inmerso en un consejo de guerra.
A pesar de la gran defensa que el marino ofreció ante el tribunal, con argumentos sólidos y grandes explicaciones acerca de cómo comandar un buque de guerra, de nada le sirvió. Fue expulsado de la armada y obligado a pagar los costos de su juicio.
Premios y recompensas
Por su victoria Duncan fue enormemente premiado incluso para la época. Nombrado almirante de la bandera blanca, gran cruz de la orden de Bath, también recibió la Naval Gold Medal junto a los títulos de vizconde y barón más a una pensión 3.000 libras que podían también recibirían dos de sus herederos cuando le sucedieran en los títulos.
Además recibió las llaves de varias ciudades británicas, un sable valorado en 200 guineas entre otros honores como placas y estatuas que se han ido erigiendo hasta nuestros días. Desde entonces distintos buques de la Royal Navy han llevado con orgullo los nombres de Duncan y Camperdown.
Realmente se lo ganó, pues había tenido que organizar una flota desde cero, había sufrido un gran motín, enfrentó durante días a un enemigo muy superior, el cual le habría barrido de un solo golpe y en combate tuvo que improvisar sobre la marcha.
Cuando murió, Nelson escribió a uno de los hijos, quien era compañero suyo. En su escrito mencionaba lo entristecido que estaba por la pérdida:
No hay nadie que lamente más sinceramente la gran pérdida que has sufrido que yo; pero el nombre de Duncan nunca será olvidado por Gran Bretaña y en particular por su armada, en cuyo recuerdo de tu digno padre, estoy seguro, crecerá en ti.
El vicealmirante Richard Onslow fue nombrado barón, recibiendo la llave de Londres junto a su nombramiento como comandante en jefe de Plymouth en 1796. Al igual que su jefe también fue obsequiado con un sable, esta vez valorado en 100 guineas.
Sus capitanes también recibieron elogios y títulos, incluida la versión pequeña de la Naval Gold Medal. Los tenientes primeros de los distintos buques fueron ascendidos a master and commander (capitanes de corbeta).
El mismo rey Jorge III quería recibir al victorioso almirante a bordo de su yate, pero los vientos impidieron tal reunión. Aun así el monarca decidió indultar a 180 hombres que cumplían condena por su participación en el motín de Nore.
Después de una procesión en motivo de la victoria junto a su almirante, el marinero Jack Crawford fue presentado ante el rey, quien muy satisfecho le otorgó una pensión anual de 30 libras por su acción con la bandera del almirante.
Posteriormente, en 1847 todos los oficiales, suboficiales y marineros supervivientes, fueron premiados con la Naval General Service Medal por parte del gobierno de la reina Victoria I.
Por su parte de Winter regresó a Holanda tras un intercambio de prisioneros, fue sometido a un consejo de guerra del cual fue absuelto por haber defendido con honor el pabellón holandés durante la batalla. Fue nombrado embajador en Francia, aunque pronto volvió a comandar una flota, en esta ocasión contra los piratas de Trípoli; quien tras vencerlos negoció un tratado con el gobierno local.
Con la incorporación de Holanda al imperio napoleónico, fue nombrado mariscal por Luis Bonaparte. Siendo un partidario del nuevo rey holandés, gozó tanto de su confianza como la de su hermano Napoleón, quien le concedió el grado de gran oficial de la Legión de Honor, el cargo de inspector general de la costa norte, comandante en jefe de las fuerzas navales en Texel y conde del imperio.
Falleció el 2 de junio de 1812 en París; siendo enterrado en el gran Panteón en medio de un multitudinario funeral. Aunque parte historiografía neerlandesa lo sigue tachando de traidor y colaboracionista.
Pese la injusta condena, Johan Arnold Bloys van Treslong recuperó de forma nominal su rango el 18 de octubre de 1808. Aquel mismo día fue dado de baja de la armada, esta vez con los honores correspondientes y recibiendo el grado de caballero de la orden de la unión por parte de Luis Bonaparte.
El contralmirante Samuel Story quedó al mando de los buques supervivientes, pero su suerte no mejoró y en otra ocasión fue derrotado por otro comandante británico. Siendo recompensado con el clásico ostracismo del gobierno Bátavo.