Parte de combate de Antonio de Escaño en la batalla de San Vicente

Por Juan García (Todo a Babor)

Este especial se compone de los siguientes artículos:
Antecedentes | Composición escuadra española | Orden de combate británico | La batalla | El Consejo de guerra | Daños y bajas | CuriosidadesParte del combate

Copia de lo anotado en mi Diario de navegación el 14 y 15 de febrero de 1797, sobre el combate del Cabo de San Vicente.

Navío Príncipe de Asturias, mandado por don Antonio de Escaño.

Días 14 y 15. A las siete y media de la mañana mandó el general formar tres columnas en rumbo del E. S. E. La segunda escuadra á la derecha y el general á la cabeza. A las ocho se mandó ceñir por estribor; á las nueve que el Pelayo y San Pablo dieran caza al S.; y á las nueve y media se repitió la señal de la formación en columnas.

Estando maniobrando para tomar nuestro lugar, una fragata que demoraba al N. E., indicó verse buques mayores de guerra en número de ocho. Estábamos al N. del general, quien nos mandó dar caza.

Para verificarlo se largaron los rizos y todo el aparejo, y reconociendo el horizonte para buscar objeto, descubrimos al N. N. O. una balandra y un pelotón de buques mayores, al parecer navíos.

Pusimos señal de escuadra enemiga, ceñimos por babor, y dimos todo aparejo, menos la mayor.

El general mandó formar una pronta línea de combate, ceñir el viento por babor y zafar los ranchos; seguidamente que virásemos por avante, lo que ejecutamos y amuramos la mayor. Se considera que pasaría una hora y media en todo lo antedicho.

El enemigo pareció desplegar una línea de batalla de babor, navegando diez cuartas por estribor, y que al llegará nuestra aleta de barlovento, el navío de la cabeza ciñó, y los demás por sus aguas. Nuestra línea se formaba por barlovento de ellos.

Los navíos Conde de ReglaSan FermínPaula y el nuestro quedaron cortados; el primero lo teníamos en nuestra amura de sotavento, y los otros dos mas distantes.

El navío Príncipe de Asturias a la derecha de la imagen, atacando al grueso de la escuadra británica en la batalla del Cabo de San Vicente.
El navío Príncipe de Asturias a la derecha de la imagen, atacando al grueso de la escuadra británica en la batalla del Cabo de San Vicente. Pintura de Derek George Montague Gardner.

Esta era nuestra situación cuando rompimos el fuego, correspondiendo los contrarios. También se rompió en las dos líneas. La posición del enemigo interpuesto entre la escuadra y los navíos cortados, reunida al mucho humo, no permitía observar lo que pasaba en los demás buques españoles.

Como á las once y tres cuartos, el navío de nuestra aleta viró por avante, y le siguieron los suyos por contramarcha.

Esto motivó saliésemos del combate; pero considerando tardaríamos mucho en incorporarnos con nuestra línea, remontándonos afuera del tiro por barlovento, viramos por avante, para atacar la retaguardia enemiga por barlovento.

Ellos prolongaron mas la bordada, y nosotros no pudiendo montarlos, cuando estuvimos a tiro, reviramos tomando la amura de estribor como antes.

El Conde de Regla maniobró como nosotros, y atacamos á toca paño á los navíos enemigos, que alargando su bordada, viraban por avante por nuestra aleta, y nos batían al mismo tiempo.

El penúltimo navío de la línea enemiga quiso doblarnos, pero lo impidió el Regla atrasándose. Serían como las dos cuando se concluyó el combate, quedando el aparejo bien maltratado, y en la forma que se expresa al fin.

Remediamos al instante las averías de brazas, ostagas, obenques y otros cabos precisos para virar, y lo ejecutamos todo al punto, habiéndose mandado que lo hicieran del mismo modo los demás buques que estaban con nosotros.

La escuadra nos pareció separada en dos divisiones, y también la de los enemigos, lo que nos dio motivo para creer, que solo viró por contramarcha á nuestro costado la mitad de la línea de ellos, y que la otra mitad, virando á un tiempo por redondo, quedó al frente de nuestro cuerpo de batalla.

Esta seguramente batió con ventaja al San IsidroSalvadorSan José y San Nicolás, cuyos buques desmantelados, con su aparejo delante de las baterías, y arribando tal vez sin ruedas ó cañas de timón, no pudieron hacer fuego, y cayeron sobre la retaguardia de los contrarios.

A las dos y media dábamos caza á los enemigos de retaguardia, donde estaban nuestros navíos desmantelados, los que por su situación y la de los que los conservaban, navegaban á un largo.

Al mismo tiempo notamos que el cuerpo fuerte de la escuadra estaba atacado , y el Trinidad, que era el último navío, se hallaba ya desmantelado , por lo que nos dirigimos á sostenerlo.

Aparecieron por barlovento de vuelta de su caza, los navíos Pelayo y San Pablo, los que se incorporaron poco antes que nosotros. El Pelayo y Conde de Regla rompieron el fuego por la popa del Trinidad, y siguiéndolos nosotros se retiraron los enemigos.

Resumen

Es un hecho que luego que viramos por orden del general, fuimos atacados por el navío cabeza que estaba á barlovento, y que le contestamos hasta que viró.

Lo es, que viramos sobre los enemigos para tomarles el barlovento; que ellos maniobraron para evitarlo, siguiendo la bordada sin virar por contramarcha; que viramos de su vuelta; que los atacamos, y que ellos fueron virando sucesivamente, para no dejarnos hacer la maniobra que ya habíamos intentado.

Tambien es un hecho, que todo lo referido retardó la virada de siete navios enemigos, que no lo hicieron á un tiempo por no ser doblados por nosotros.

Que este retardo proporcionó el que no llegaran á tiempo para batir, á mas del Trinidad, al Mejicano, al Concepción y á algunos de los que estaban por su proa.

Que viramos cuando el último navío enemigo; remediamos nuestras averías de maniobra, inmediatamente que el teniente general D. Juan J. Moreno mandó al Regla, al Paula y al San Fermín que no las tenían, y que se nos habían incorporado durante la bordada de estribor, que virasen; y que dimos caza á los enemigos hasta que se retiraron del combate para reunirse al incorporarnos, dejando al Trinidad, al que hablamos al ponerse el sol.

Que cinco navíos enemigos que batían al Trinidad, al Mejicano y al Concepcion, que no les hacían fuego, no se retiran porque llegue otro navío á sostenerlos.

Es constante, que dejaron al Trinidad y los otros navíos apelotonados con él, que miraban como suyos, porque cayeron sobre ellos fuerzas superiores, no siéndolo ni el Pelayo, ni San Pablo, ni Regla, sino el Príncipe, el PaulaSan Fermín y la vanguardia de nuestra escuadra, que empezó á virar por contramarcha.

Después de estos hechos, ¿por qué se niega que la división cortada no evitó que fuera la derrota mas completa?.

El que entretiene con menos fuerza á un cuerpo enemigo, y evita que este se incorpore á los suyos para batir á una armada sorprendida, hace un servicio que no pueden desconocer los que saben el arte de la guerra.

Es conocido, sin que hablemos de ello, el estado interior del navío Príncipe, y la disciplina que se observaba en él; y esto pudo haberle evitado la suerte de los sacrificados. Si no hubiera tenido el uso de todos sus fuegos antes de cinco minutos, diez tiros por cañón sobre cubierta y el surtido de cartuchería corriente, hubiera sido atacado en otra forma; y debe observarse que los navíos Paula y San Fermín no podrían auxiliarlo por estar muy sotaventeados.

Puedo decir sin orgullo, que reflexionando sobre todos los hechos referidos, se deducirá sin violencia, que en el estado de sorpresa y desorden en que estuvo el cuerpo fuerte de la escuadra, hubiera sido destruido si el navío Príncipe no hubiese batido á la mitad de la escuadra enemiga, haciéndole retardar su incorporación á los que batían á la nuestra.

El navío Príncipe tuvo en este combate del 14 de febrero de 1797:

  • Muertos en acción.—Un cabo. Un soldado. Tres marineros y Un grumete.
  • Muertos de resultas de las heridas recibidas en la acción. Un soldado y Tres grumetes.
  • Heridos —7 soldados de marina. 2 artilleros de mar. 4 marineros. 4 grumetes. 2 artilleros de marina.
  • Averías —Las tuvo en el palo mayor y su mastelero. Vergas mayor, de gavia y de trinquete.

    En las tres primeras baterías, que hicieron mucho daño:
    12 balazos en la 1ª, 3 en la 2ª, 7 en la 3ª

    En la cámara alta 3 balazos.
    Alcázar 2.
    Castillo 1.
    En la jarcia sufrieron el Palo mayor.

    Mastelero de gavia.
    Palo de trinquete.
    Mastelero de velacho.
    Palo de mesana.

    En el velamen, diez velas despedazadas.

    Daños en la artillería:
    2 cañones de á 12 inutilizados. 1 de á 8 con una abolladura de tres líneas de profundidad. Además varios daños en las baterías, costados, asientos, etc.

Fuente

  • Fuente: Elogio histórico del Excmo. Sr. D. Antonio de escaño. Francisco de Paula Quadrado y De-Roó, Publicado por Impr. de la Real Academia de la Historia, 1852.

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