La columna de Collingwood en la Batalla de Trafalgar

Por Juan García (Todo a Babor)

Este especial se compone de los siguientes artículos:
¿Cómo se llegó? | Antecedentes | Antes de la batalla | Escuadra británica | Escuadra combinada | Columna de Nelson | Columna de Collingwood | Tras la batalla | Epílogo | ¿Por qué se perdió la batalla?

Collingwood se acerca

La intención original de Collingwood, a bordo de su rápido navío el Royal Sovereign de 100 cañones, era romper la línea de doce navíos antes del final, pero tras la sorpresiva virada de la combinada se encontró dirigido hacia los navíos 18 y 19: el Santa Ana de 112 cañones y Fougueux de 74.

A diferencia de la columna de Nelson, no llegarían los navíos de esta en sucesión sino que acabaron arribando a un tiempo en toda la retaguardia enemiga. Formaban esta columna británica 15 navíos, más que los de Nelson, pero se enfrentarían a la anterior escuadra de observación de Gravina y eso no iba a ser nada fácil, incluso para ellos.

Los primeros disparos fueron hechos un poco antes de las 12:00, entre el Royal Sovereign de Collingwood y el navío francés Fougueux, estrechamente seguido del Santa Ana, el español Monarca de 74, y los franceses Pluton de 74 e Indompable de 80.

El Royal Sovereign, recién reparado en los astilleros y limpios sus bajos, se había separado muy por delante de los demás en su división, casi una milla, haciendo comentar a Nelson:

Vean como el noble Collingwood lleva su buque al combate.

Tal y como comentábamos anteriormente, con la cadencia de disparo de los navíos de la combinada contra el Victory de Nelson, damos los mismos datos pero en la parte que toca al insignia de Collingwood entre las 11:45 y las 12:20.

El San Leandro (64) hizo tres descargas en 10 minutos, el Indomptable (80) cuatro descargas en 15 minutos, el Santa Ana (112) y el Fougueux (74), cinco descargas en 30 minutos. Haciendo un total aproximado de 743 proyectiles disparados al Royal Sovereing, de los cuales unos 111 (15%) dieron en el blanco. De estos, 78 hicieron blanco en la arboladura y jarcia del navío (78%) y el resto al casco.

Combate del navío Santa Ana contra el británico Royal Sovereign
Combate del navío Santa Ana contra el británico Royal Sovereign. Pintura de Ángel Cortellini Sánchez. Museo Naval de Madrid. Los navíos españoles de 112 cañones eran unas soberbias unidades que dieron poder artillero a la maltrecha línea combinada. Ninguno de los 112 cañones españoles de la batalla fueron perdidos.

Los primeros navíos británicos son rodeados

El Fougueux da vela para evitar que el navío británico pase por su proa y el Santa Ana reduce la marcha para cerrar el hueco que el Royal Sovereign iba a traspasar, pero ya era tarde. El Royal Sovereign asaltó por el hueco, atacando al Santa Ana en una brutal enfilada a doble bala que dejó muy maltrecho al buque español.

Poco después se puso a su costado de estribor. El buque británico se encontró momentáneamente rodeado, encajando severas andanadas del Santa AnaFougueux y Monarca.

El guardiamarina inglés R. F. Roberts, embarcado en el insignia británico, escribiría a sus padres:

Los bribones nos echaron abajo el palo mayor, preocupándonos mucho el de mesana y trinquete. El Royal Sovereign no tenía un sólo mástil en pie, era un pontón absoluto. No podéis haceros una idea de cómo es una batalla entre dos flotas (…) el enemigo disparó tanta metralla y balas cortas desde las cofas, que sólo quedaron tres hombres vivos en el alcázar; había un barco tan cerca, que no pudimos disparar nuestras armas a la distancia adecuada…

SANGER, Ernest: Englishmen at war: a social history in letters 1450-1900, p. 1993. «Presas de la Armada española», Rubén Vela y Cuadros.

El navío de Collingwood también estuvo durante unos interminables quince minutos combatiendo contra el Fougueux y el San Leandro, además de andanadas lejanas del Indomptable y el San Justo.

En ese corto espacio de tiempo llegó a ser tan intenso el fuego cruzado que muchas de las balas chocaban en el aire.

"HMS Royal Sovereign primero en la línea".
«HMS Royal Sovereign primero en la línea». Pintura de Richard Grenville. Momento en el cual el navío insignia del vicealmirante Cuthbert Collingwood rompe la línea combinada. A la izquierda está el navío Santa Ana español, que recibiría una terrible descarga por su popa. Pero el navío británico se metió de lleno en un avispero y acabaría quedando de los más dañados de su escuadra.

El San Leandro, mandado por D. José de Quevedo, se situaba a sotavento de la aleta de estribor del Royal Sovereign (el comandante español en su relato de los hechos equivocadamente lo confunde con el Victory, debido a las insignias en el trinquetes de ambos buques) y lo atacó bravamente contribuyendo al desmantelamiento de este.

Con una de las carronadas de a 32 libras del San Leandro desarboló del mastelero de juanetes de proa al buque inglés, siendo este buque español uno de los pocos navíos de la flota combinada que portaba este tipo de cañón naval.

El británico Belleisle de 74 cañones, el segundo de la columna de Collingwood y también bastante adelantado, se abrió camino por la popa del Fougueux recibiendo este el fuego pesado de enfilada.

Pero habiéndose quedado sólo también el Belleisle luchó con el Indomtable y el San Juan Nepomuceno, de 74 cañones y mandado por Churruca, perdiendo su palo mayor a las 12.45.

Alrededor de la 1.00, el Fougueux se acercó por estribor. Media hora más tarde, el Achille (el francés) se desplazó a su altura, mientras el Aigle de 74, San Leandro de 64 y el San Justo de 74 aparecieron por sus costados atacando sin piedad.

Para poner las cosas más difíciles para el Belleisle, el poderoso navío de Gravina, el Príncipe de Asturias de 112 cañones, también llegaría a dispararle, aunque algo más alejado, mientras que el Neptuno (el francés) también se desplazó para atacar.

Rodeado y acosado por cinco navíos enemigos, el Belleisle de algún modo logró aguantar hasta las 3.15 cuando el Polyphemus de 64 se puso entre él y el Neptune (el francés) salvándole de su seguro apresamiento o hundimiento.

Lisiado pero no conquistado: el Belleisle en Trafalgar el 21 de Octubre de 1805
«Lisiado pero no conquistado: el Belleisle en Trafalgar el 21 de Octubre de 1805», ilustración de ‘British Battles on Land and Sea’, publicado por Cassell, London, c.1910, por William Lionel Wyllie.

Sorprendentemente, por el lamentable estado en que quedó el navío británico, en la lista oficial de bajas se da como muertos a sólo 33 miembros de la tripulación y 93 heridos. Cifras difícilmente creíbles por cuanto otros navíos británicos, que ni siquiera habían sido desmantelados como el Belleisle, tenían muchas más bajas.

Por lo tanto seguramente llegarían al doble de las mencionadas, al no haber sido contados los muertos posteriores por las heridas y tampoco los heridos contusos, desaparecidos o ahogados. Un ejemplo más de la eterna guerra de cifras que hacían los británicos.

Aunque el porte nominal del Belleisle era de 74 cañones, este al ser de origen francés y por tanto más grande y más fuerte estructuralmente hablando que sus homólogos británicos, era según su clasificación un 74 cañones largo, lo que le hacía poder llevar más artillería de la normal para un buque de 74 cañones y de más calibre en su segunda batería.

La primera batería tenía cañones de a 32 libras y la segunda de a 24, además de cañones de a 9 y carronadas de a 32 y a 24 libras en el alcázar, castillo y toldilla haciendo un total de 90 piezas. Debido a esta teórica fortaleza, que igualaba a un navío de 80 cañones, fue elegido para secundar al navío insignia de Collingwood.

El navío británico HMS Belleisle tras la batalla de Trafalgar. Pintura de William Huggins. National Maritime Museum, Londres.

Los británicos avanzan por el centro y retaguardia

A las 3.20, el Defiance de 74 atacó al Aigle y unos minutos más tarde, el Swiftsure (Británico) atacó al Achille (el francés). Sin mástiles de cual colgar una bandera, la tripulación desesperada del Belleisle con orgullo mostró su bandera en un palo improvisado. Viendo al Argonauta español rendido, el Capitán del Belleisle hasta logró enviar posteriormente un pelotón de abordaje para reclamar la presa.

Momento en el que los barcos británicos de la columna de Colingwood se introducen en la línea combinada
Momento en el que los barcos británicos de la columna de Colingwood se introducen en la línea combinada. (entre las 11.45 y 13.30) Los primeros buques como el Royal Sovereign, el Belleisle o el Tonnant sufren graves daños al tener que combatir contra fuerzas dobles o triples hasta la progresiva llegada de refuerzos que los irán liberando y pasando de este modo a una superioridad numérica británica. Fuente: Corpus Documental de la campaña de Trafalgar, J.I.G Aller. 2004.

El Argonauta español, antes de acabar rendido había sido de los primeros en entrar en combate y de recibir en sucesión a todos los navíos británicos que se dirigían hacia la retaguardia. Todas las andanadas posibles le fueron encajadas sin misericordia, haciendo que los británicos tras la batalla comentaran la gran resistencia del navío español. Recomendamos lean el capítulo del epílogo donde se detalla más esta parte. Pero sigamos en batalla.

El Revenge, de 74 cañones, aprovechó un hueco para colarse por la línea, atacando en enfilada al Aigle francés, para soportar a continuación por su lado de sotavento una andanada terrible del Principe de Asturias, tan devastadora que el buque británico no pudo ni responder.

Al intentar zafarse del insignia español, el Revenge fue a dar con otros tres navíos más de dos puentes, probablemente el NeptuneIndomptable, y el San Justo, barcos casi frescos del centro, que siguieron cañoneando continuadamente al Revenge, hasta que el Dreadnought y el Thunderer subieron y contratacaron al español de tres puentes y pasaron a salvar al arrinconado Revenge, que hubiera terminado destruido o capturado sino hubieran llegado los refuerzos.

Pero logró mantenerse gracias a que los navíos británicos llegaban continuamente y se auxiliaban mutuamente atacando como se ha explicado anteriormente. Aquella era la clave de su fortaleza. No se quedaban solos mucho tiempo.

El Mars, de 74, siguió y atacó al francés Pluton. Poco después atacó al San Juan NepomucenoMonarcaPluton y Algesiras, pero para evitar chocar contra el Santa Ana fue atacado por el Monarca y el Algesiras.

Abriéndose camino entre el Pluton y el Monarca, el británico Tonnant de 80 cañones vino al rescate. El Fougueux se alejó a la dirección del Temeraire, mientras el Pluton, amenazado, se alejó hasta el Príncipe de Asturias.

El principal objeto de los buques británicos era el apresamiento del buque insignia del general Gravina, el Principe de Asturias.

Pero no era tarea fácil.

La batalla de Trafalgar, 21 octubre de 1805
La batalla de Trafalgar, 21 octubre de 1805. Pintura de Thomas Luny (1759–1837). Government Art Collection.

Los británicos sabían que Gravina no era un enemigo fácil (seguramente estaban sus comandantes informados de su brillante actuación en Finisterre) y atacaron en «manada». El «Príncipe» tuvo que luchar contra los navíos Defiance y Revenge en un principio, a este último ya sabemos lo que le ocurrió.

Al Defiance le dejó desarbolado de un palo y varias vergas tras un intenso cañoneo, que le obligó a dejar su puesto a otro navío británico, mientras salía del combate a intentar reponerse.

Problemas para la escuadra combinada

En este momento de la batalla el «Príncipe» parece que se las apañaba muy bien, con las baterías continuamente servidas y sin excesivos daños graves.

Pero la entrada del Prince y posteriormente del Dreadnought, ambos de tres puentes, pondrán las cosas muy difíciles a Gravina, que es relevado por Escaño en el mando, al ser aquel gravemente herido por el ataque fugaz del Prince.

El San Ildefonso, que se haya a proa del Príncipe de Asturias, vira en redondo para equilibrar la pelea, pero al notarlo los navíos británicos DreadnoughtPoliphemus y Thunderer arriban a todo trapo sobre los españoles, teniendo el San Ildefonso que arriar la bandera, después de una defensa desesperada, aunque gracias a su actuación logró que el Príncipe de Asturias lograra salir de la encerrona. Un sacrificio que no resultó inútil.

El Tonnant se dirige directamente al Algesiras, disparando antes al Monarca, que andaba ya maltrecho, obligándolo a su rendición temporal.

El navío Tonnant rinde al navío español Monarca.
El navío Tonnant rinde al navío español Monarca. Pintura de Nicholas Pocock. Al poco el navío español volvería a izar la bandera y a seguir combatiendo.

El Algesiras es atacado entonces por el Tonnant, quien inicia el abordaje del buque francés, mientras el Monarca iza la bandera otra vez y sigue el fuego, tratando de apoyar a su insignia.

El Contralmirante Charles Magon, a bordo del Algesiras intentó abordar a su vez al Tonnant, pero un tiro oportuno de un cañoneo lleno de metralla de las carronadas británicas diezmó a su pelotón de abordaje.

La batalla continuó durante una hora a estribor del Tonnant atacando al Algesiras, a proa disparando al Pluton y con los cañones guardatimones disparando al San Juan Nepomuceno. El Algesiras muy dañado finalmente rinde al Tonnant cerca de las 2.30.

El Príncipe de Asturias se queda solo, Gravina ha sido muy mal herido en el brazo, al igual que Escaño en un pie por las heridas producidas por el ataque del acosador Dreadnought, y los palos de mesana y mayor amenazan con venirse abajo.

Pero el San Justo y Neptune consiguen llegar hasta él y hacen retroceder al navío británico. Gravina indica a la fragata Thémis que lo remolque y da instrucciones a los demás navíos que puedan navegar, que lo sigan hasta Cádiz, uniéndosele de camino otros navíos españoles y franceses.

Con 11 navíos, algunos muy dañados, pone rumbo a Cádiz. Atrás queda el San Juan Nepomuceno, desarbolado, acribillado, y muerto su comandante Cosme Damián Churruca. Una bala de cañón lo derribó, pero el se levantó diciendo «Esto no es nada, siga el fuego», al poco tiempo muere desangrado al igual que el segundo comandante. El San Juan Nepomuceno es apresado al no poder seguir a Gravina.

El Bellerophon pasó a estribor del Monarca, que recordemos había izado de nuevo la bandera dispuesto a defender al Algesiras francés, y se desplazó a sotavento del Aigle, sobre las 12.50. Entonces el Monarca y el Montañés de 74 se unieron en la lucha contra el navío británico.

El Montañés perdió otro mástil mientras el Bahama, recibió un ataque devastador del Colossus de 74 cañones, quien se incorporaba a la acción totalmente impecable. A las 1.45, el Aigle perdió un mástil y fue atacado sucesivamente por el Bellerophon y el Revenge de 74. El Bellerophon disparó sus cañones restantes al Monarca quien se rindió definitivamente.

El Colossus atacó un costado del Swift-sure (el francés) y a la 1.00 surgió de entre el espeso humo el Argonaute francés y se atacaron.

Durante los siguientes 10 minutos se batieron ferozmente el uno al otro, hasta que la fuerza de sus disparos y el viento los empujó aparte. El Argonaute finalmente después de una breve escaramuza con el Revenge, se dirigió a Cádiz uniéndose a Gravina.

El Colossus no se molestó en seguir al Argonaute, y atacando tanto al Swift-sure (el francés) como al Bahama, obligó a la rendición de este último alrededor de las 3.00.

El Swift-sure (el francés), todavía sin muchos daños, fue a la ayuda del Bahama, virando y situándose a su estribor, cubriéndole de los disparos del británico, pero fue duramente atacado por el Colossus y el Orion, quien acabaría rindiéndolo a las 3.30.

El Achilles (Br), viniendo a la ayuda del Bellerophon, desafió al Montañés, quien atacó en la distancia, antes de encontrarse por casualidad con el Berwick, con quien luchó durante una hora.

Mientras, el Achille (el francés) se puso a babor del Achilles británico y el Berwick. El Achille (el francés) continuó hacia el Bellerophon mientras el Aquiles (Br) y el Berwick lucharon entre ellos durante una hora hasta que el Berwick se rindió.

«El Bellerophon abre fuego». Pintura de Derek G.M. Gardner. Representa el momento en el que el navío británico, tras pasar la línea, abre fuego contra sus oponentes. El español Monarca aparece a babor del Bellerophon con evidentes daños en su popa por la enfilada de este al pasar, a estribor el Bahama, y a su proa el francés Aigle. Como consecuencia de ser de los primeros en pasar la línea enemiga sufrió bastante daño por parte de los navíos de la combinada. Tanto es así que de no haber sido auxiliado a tiempo hubiera terminado rendido. Su comandante, John Cooke, murió. El Bellerophon era conocido por los marineros británicos como Billy Ruff’n y fue uno de los navíos de guerra británicos que estuvo en más acciones de guerra entre el periodo de 1793-1815, destacando en las batallas del 1º de junio de 1794, en la batalla del Nilo o Aboukir y Trafalgar.

Alrededor de las 2.00, el Dreadnought de 98 cañones, se incorporó a la acción con el ya machacado San Juan Nepomuceno, que se rindió a continuación incapaz de sostener ningún fuego y asediado por todos lados.

Entonces el Dreadnought salió en persecución del Príncipe de Asturias quien intentaba dejar la batalla.

El Dreadnought y el Príncipe de Asturias cambiaron algún fuego como se ha visto anteriormente, pero el Dreadnought aunque había hecho honor a su nombre (se podría traducir como algo parecido a «Sin miedo») era demasiado lento, a pesar de estar en perfectas condiciones, y no pudo seguir con la persecución.

Este navío y el Britannia eran buques muy bien armados y servidos, pero pésimos veleros, de ahí que llegaran tan tarde al combate. Además, la llegada de nuevos refuerzos hizo que el Dreadnought buscara piezas más solitarias.

Movimientos en la retaguardia de la combinada entre las 11.45 y las 15.30 horas.
Movimientos en la retaguardia de la combinada entre las 11.45 y las 15.30 horas. Los británicos logran doblar la línea, aunque con fuertes pérdidas y teniendo que reducir a los navíos de la combinada con fuerzas múltiples y en algunos casos de manera salvaje. Fuente: Corpus Documental de la campaña de Trafalgar, J.I.G Aller. 2004.

Desmoronamiento de la combinada

El británico Defense de 74 había luchado con el Berwick durante media hora antes de que este escapara alrededor de las 3.00. Buscando a otro opositor, encontró al San Ildefonso por casualidad, con quien luchó durante una hora antes de la rendición del español, que se tuvo que enfrentar también con el Polyphemus.

El Defiance, después de que el Defense fuera dañado por el Príncipe de Asturias, e incapaz de dar persecución se encontró con el Aigle, ya muy dañado, por casualidad y no encontrando ninguna resistencia, envió marineros que izaron la bandera británica, pero tuvieron que arriarla bajo el fuego de mosquete de la tripulación.

Cuando el pelotón de abordaje trepó por la popa, el Defiance alejado a una distancia de aproximadamente 50 metros, atacó al Aigle durante 25 minutos a placer antes de asegurar la rendición.

Más tarde, encontró al San Juan Nepomuceno que iba a la deriva, ya que había sido abandonado por el Dreadnought, que intentaba infructuosamente dar caza al buque de Gravina, y aseguró su rendición también. Como se ve los últimos navíos británicos no vieron mucha acción y prácticamente se dedicaron a rematar a los navíos que encontraban, prácticamente sin ninguna resistencia.

Y es que, una y otra vez se repetía lo mismo. Los buques de la combinada sucumbían de uno en uno tras haber sido atacados por fuerzas múltiples en la mayoría de los casos. Luego llegaba un buque de los de refresco y se hacía con la presa sin apenas oposición.

Alrededor de las 3.30, el Swiftsure (Br) y el Achille francés combatían, después de que este había estado atacando al Belleisle. El Polyphemus, quien había estado combatiendo con el Neptuno (el francés) atacó por el otro costado.

En este momento de la batalla 11 de los 19 barcos de la segunda mitad de la línea aliada se habían rendido y siete había escapado. El Achille (el francés) prendió fuego y fue atacado por el británico Prince de 98 cañones. En este punto hay controversia porque otras fuentes sitúan al Prince a la altura del Santísima Trinidad a esas horas.

Por lo que se ve aun hoy hay muchos datos que no concuerdan y otros que difieren según quien los cuente.

Según los británicos se enviaron botes al incendiado Achilles francés, para rescatar a la tripulación que fuera posible antes de que este explotase, rescatando aproximadamente cien hombres de las llamas.

Cuando el fuego alcanzó el polvorín, el Achille francés voló alrededor de las 5.45, marcando casi el final de la batalla. Es de destacar que el malogrado buque francés no se rindió, sino que continuó haciendo fuego hasta el final, por lo que los botes británicos serían puestos al agua tras la explosión del navío, y no antes.

Navío Achilles en Trafalgar
Pintura de Gerhard Geidel (1925–2011). National Museum of the Royal Navy, Portsmouth. Representa la voladura del Achilles, pero el autor sitúa en primer plano a un Victory que no debía estar ni en aquel lugar ni en tan buen estado. Pero qué más da, queda muy bonito, ¿verdad?

Sólo cañoneos aislados se escuchaban en un mar que se empezaba a agitar peligrosamente. Collingwood mandaba ahora la flota británica, tras la muerte de Nelson y debido al mal estado en que había quedado su navío el Royal Sovereign, tuvo que desalojarlo e izar su insignia de vicealmirante a bordo de la fragata Euryalus.

La zona más sangrienta de la batalla

Esta parte de la batalla fue mucho más encarnizada que la de la columna de Nelson, donde salvo cinco o seis navíos de la combinada (BucentaureRedoutableTrinidad…) no tuvieron una actuación muy destacada, debido a su mala posición inicial y los recelos de algunos comandantes a arriesgarse.

En la retaguardia no ocurrió así y se libró un terrible combate en el que los británicos sufrieron más de lo esperado, sin poder acabar con el segundo buque insignia. No hay que decir que en esta parte de la batalla los británicos sufrieron la mayor parte de sus daños personales y materiales.

Mapa con la situación de la batalla entre las 14.30 y las 17.00 horas.
Mapa con la situación de la batalla entre las 14.30 y las 17.00 horas. Nótese que muchos navíos aliados son atacados por varios británicos a la vez. Fuente: Corpus Documental de la campaña de Trafalgar, J.I.G Aller. 2004. En el punto -1- los cuatro navíos que siguen ordenes de Dumanoir se alejan de la batalla tras intercambiar algún tiro con los británicos. En el punto -2- El Neptuno de Valdés se encuentra rodeado del Spartiate y Minotaur (dos buques frescos) que le atacan a placer hasta su rendición. En el punto -3- la casi legendaria resistencia del Trinidad se ve forzada irremediablemente a la rendición tras un hostigamiento inhumano. La aparición del Prince de 100 cañones e intacto será el que le de la puntilla al navío español. En el punto -4- aparecen los inmaniobrables Victory, Temeraire y Fougueux con graves daños e incapaces de proseguir el combate. El Santa Ana está desarbolado y muy maltrecho y tuvo que rendirse tras un demoledor duelo con el Royal Sovereign, que acabó también casi desarbolado e incapaz de proseguir el combate (punto -5-). El San Ildefonso, tras cubrir la retirada del Príncipe de Asturias queda sólo y desarbolado (punto -6-). El insignia de Gravina, muy maltrecho, logra reunir a unos cuantos navíos y se dirigen a Cádiz (punto -7-). El Berwick y el San Juan de Churruca quedan atrás luchando contra varios navíos británicos. El fresco Dreadnougt ha terminado de rematar a los maltrechos navíos. Sin prácticamente disparar un sólo tiro varios navíos españoles y franceses obedecen la señal de Gravina y se retiran a Cádiz, aunque posteriormente saldrán a intentar represar algún buque (punto -9-).

Los dos únicos comandantes de navío británicos muertos en la batalla pertenecían a esta columna, además de cuatro capitanes heridos en el resto de buques. En concreto murieron el capitán del Bellerophon por un disparo de mosquete en el pecho cuando estaba recargando sus pistolas y el del Mars, que fue decapitado por una bala de cañón, que también mató a dos marineros que estaban detrás de él.

Por contra, la columna de Nelson no sufrió la muerte de ningún comandante de buque, ni heridos de gravedad, excepto la ya conocida baja mortal de Nelson. Aunque la muerte del comandante en jefe de una escuadra es la más sentida de las bajas, como no podía ser de otro modo.

El combate había acabado, pero lo peor estaba por llegar.

Casi a continuación de la carnicería, un fortísimo temporal azotó la zona, de tal manera que los británicos perdieron la mayoría de sus capturas (a consecuencia del temporal, porque fueron represados o hundidos por los propios captores para evitarlo), y diezmó aun más a las tripulaciones de las tres escuadras en litigio, que no pudieron llegar a ningún puerto hasta una semana después de la batalla.

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